Cómo acabar una dieta para bajar de peso
¿Sabías que solo una de cada cinco personas logra acabar una dieta para bajar de peso? Iniciamos las dietas una y otra vez, una y otra vez. Generamos una frustración continua porque, aunque queremos bajar de peso, no hay manera de “meternos en cintura” para cumplir con el plan.
¿Cuáles son las razones que nos llevan al abandono tan fácilmente?
Una respuesta es posible es la personalidad de cada uno, pero también existen cinco obstáculos con los que tropezamos casi todos, según explica la nutricionista Cynthia Sass, creadora de la dieta Cinch.
Cambios en el estado de ánimo
Empezar una dieta es sinónimo de cambio de hábitos. Esto genera mayor irritabilidad, fatiga, falta de concentración, algo de estreñimiento, sensación continua de hambre (aun recién comidos), dolores de cabeza, etc.
Son respuestas del organismo que se revela, no nos gusta estar en esas situaciones de estrés, que nos acercan a la depresión, por eso abandonamos y volvemos a nuestros hábitos anteriores.
Para salvar ese escoyo, la nutricionista nos anima a escuchar a nuestro cuerpo y saber hasta dónde podemos llegar. Iniciar una dieta de bajas calorías cuando tenemos al cuerpo acostumbrado a una alimentación más contundente produce estrés. Y el cuerpo manda todas las señales que tiene a mano para que te olvides de la dieta.
Hambre crónica
Porque tener hambre crónica es la mejor manera de que bajar de peso sea una meta imposible y es una señal inequívoca de que la dieta que hacemos no es la correcta. Además, como tenemos un cuerpo con gran capacidad de ahorro, intentará preservar todas sus energías (la grasa) evitando adelgazar.
Para bajar de peso con éxito y sin pasar hambre, lo mejor es acompañar la dieta con alimentos saludables que tengan la capacidad de aumentar nuestra sensación de saciedad.
Una buena estrategia es tomar alimentos ricos en proteínas, como los huevos, las lentejas o los pescados, así como los cereales, la fibra y el aceite de oliva, según aconseja la autora en su libro.
Si estos productos son frescos, en lugar de congelados o precocinados, la sensación de saciedad será más duradera.
¿Cómo superar los antojos irresistibles?
Eso va a depender la personalidad de cada uno, pero, aunque inicialmente seamos unos campeones, aguantando el tirón, finalmente nuestra voluntad puede acabar debilitada por la ansiedad acumulada por una privación excesivamente estricta.
El consejo de Sass se basa ser algo más flexibles y sacarnos de la cabeza la idea del “todo o nada”. Olvídate de que si caes en el antojo dándote un atracón no se acaba el mundo, no tienes por qué abandonar, no pasa nada. No te digas: “Empiezo mañana, o empiezo el próximo lunes…” Esta conducta te lleva a estar permanentemente en una dieta en falso, que te desgasta, no adelgazas y siempre andas anhelando bajar de peso.
Lo mejor es darse ocasionalmente un capricho sin culpa. Que vas a cenar por ahí, pues comparte sin pena un postre, pero no te castigues después con un atracón al llegar a casa porque “ya has metido la pata”. Aprende a darte ánimos por las conquistas del día, y si quieres tomar chocolate, porque parece que te llama, toma un cuadradito pequeño, y respira. No bajes la guardia, estás a dieta, pero no estás encarcelado. Baja la tensión y no abandonarás.
Presión social
Las comidas sociales son también un llamado al abandono porque no todos comprenden el esfuerzo o la necesidad que tienes de bajar de peso. En la fase inicial de la dieta sería bueno evitar las comidas de trabajo o encuentros entorno a una mesa y sustituirlos por alternativas menos gastronómicas.
Atracones como respuesta emocional
Los acontecimientos buenos o malos los celebramos con comida como unas cervecitas para festejar un éxito, un chocolate para amortiguar un mal día... Son reacciones habituales que están muy arraigas en nuestro cerebro. Este tipo de respuestas se conoce como el mecanismo cerebral de recompensas.
Para Sass, estos obstáculos son los más difíciles de salvar, porque son respuestas casi automáticas que no podemos controlar. Esto explica por qué las personas emocionalmente inestables tienen el doble de posibilidades de engordar que el resto, según las conclusiones de un estudio publicado en la revista científica Psychological Sciencey financiado por el Instituto norteamericano del Envejecimiento.
La emoción puede superponerse sobre la razón y no es fácil esquivar los patrones de comportamiento que nos generan satisfacción ante los desequilibrios emocionales. Sin embargo, a base de entrenamiento y constancia se puede llegar a una cierta autocontención que, al menos, ayude a reducir la frecuencia las comidas emocionales. Retrasar el momento, buscar un entretenimiento alternativo o practicar la relajación para disminuir la intensidad de las emociones son algunos de los consejos que ofrece la nutricionista.